Este reporte corresponde a una visita al templo del día sábado 3/08.
Andaba ganoso y mi number one ya había tenido visitas dos sábados consecutivos, Hay de diversificar. Una excelente opción… el Templo, siempre. Consulté por wsp y partí, como iba llegando un poco adelantado, me dí una vuelta larga. Al llegar, me recibe Celeste, me estaba esperando.
Subimos al box y, lo primero, según me enseñaron de niño, saludar. Los saludos con Celeste son como cinco minutos de besos intensos, profundos, húmedos; entre medio, alguna conversa. Aproveché para ponerme al día, le había quedado debiendo su propina el día del dual con Roxy y, por la buena onda, le llevé un “engañito”, cosita poca que ella agradeció con más besos. Me mandó a la duxa y me avisó que me esperaria con un disfraz. Al regreso al box, estaba como una erótica odalisca. Ya que nos volvimos a encontrar, otra secuencia de ricos besos, con tirada de manos por ambos lados.
Le propuse dejar el masaje para el final, pero ella decidió que mejor le hacía yo un masaje a ella. Estaba pensando qué responderle cuando ella se sacó el disfraz y, en pelotitas, se subió a la camilla: “ya, masajeame, me gustan tus masajes” y, yo que siempre he sido un mandao por las mujeres, accedí.
Apliqué masaje con mis mejores recursos técnicos, ella evaluó positivamente mi masaje. Parti por sus pantorrillas e hice todo el recorrido hasta llegar a su cuello. Me detuve unos segundos y ella hizo el intendo de darse vuelta, pero no pues, el masajista era yo. Antes de dejarla darse vuelta, me dí un festín de caricias, besos y mordiscos de su rico culo, piel suave y carne dura, como me gusta.
Cuando se volteó, ni corta ni perezosa, se quedó de piernas abiertas, esperando el “final feliz” de mi masaje. Nuevamente, sumiso, acaté. Apliqué cunnilingus, haciendo mi mejor esfuerzo. En elgún momento, noté que llevaba mas tiempo del que normalmente ella se toma para llegar a la cúspide del placer. Y ella, muerta de la risa, me dice: “ya acabé, pero está tan rico”. Me dirigí a su boca y volvímos a los besos.
Ella se bajó de la camilla y se puso a devolver el favor… ¡qué oral más rico! La dejé hacer por un buen rato, muy gozado. Hasta que le pedí pasara a mayores. Exquisita experiencia, invadir su juventud. Probamos en varias posiciones, en las que , según confesó, habria visto la luz por segunda vez, hasta que ella me hizo una proposición imposible de resistir, para el momento final. Primero probamos un 69 y luego, su proposición. Exquisita forma de cerrar una sesión intensa y muy disfrutada.
Conozco a Celeste desde hace unos cinco años y, sin lugar a dudas, puedo decir que su servicio, que siempre fue bueno, ahora es excelente. Encima, ella está cada día más rica. Una sesión con Celeste vale cada peso que uno paga.
Ahora es demasiado tarde, princesa
Búscate otro perro que te ladre, princesa.