Como les conté en mi presentación mi peregrinar me ha llevado a los mas recónditos lugares del placer, siempre con la misión de encontrar la musa que acompañe mis pasos...Todo pastor debe tener su compañera de ruta.
Fue asi como llegué a las manos de Antonia, de Masajes Love.
Enfile por San Isidro hasta llegar a Santa Isabel (ni que supieran que iban en misión de santificar), ingreso al edificio sin problemas, mi tunica, sandalias y mi báculo, no llamaron la atención del conserje, le digo que me dirijo a tal departamento, me anuncia y procedo a tomar el ascensor.
Toco el timbre, se abre la puerta y ya desde ese momento sabia que la misión tendría exito. Me recibe una mujer rubia de envidiable belleza
de nombre Romina, me hace pasar al habitaculo del placer y no dejo de mirarla por todos lados, quedé anonadado. Belleza pura.
Me dice que me siente, que llamara a Antonia, y yo dentro de mi nerviosismo le digo, que no daría por que fueras tú...
Me deja sólo, momento que aprovecho para hacer mis meditaciones para afrontar con total concentración mi misión.
Se abre la puerta y aparece Antonia, núbil mujer, de lindo rostro, largas piernas, linda sonrisa que delata desde el primer momento su falta de experiencia en estas lides, lo cual me pone contento, porque eso es lo que busco.
Me pregunta si tomaré una ducha para ir a prepararla, le digo que todo hombre digno se caer en sus manos debe proceder al lavado de cuerpo, asi que me saqué la vestimenta y partí como Adán a las aguas de la juventud. Ella me acompaña y se queda conmigo, termino mi ducha y me pasa una blanca toalla para secar mi cuerpo. De vuelta en el habitaculo del placer me dice que me tienda en la camilla dejando a su merced todo mi dorso.
Y aca es donde los sentidos comienzan a cobrar importancia, aca es cuando el oído y la imaginación empiezan su juego. Comienzo a imaginarme todo lo que hace Antonia, percibo hasta el más minimo sonido que ella produce, el destapar del tubo de crema, sus pasos, el frotar de sus manos, y el primer contacto de sus manos con mi cuerpo. Le digo que comience por los pies, ya que en mi peregrinar por el norte, siempre se me explico que el masaje de cuerpo debia comenzar por los pies, he ahi donde residen todas las terminaciones nerviosas del cuerpo me decian mis laicas allá por el norte. Asi que Antonia con unas manos suaves comenzo a sobar lentamente mis pies, y a cada momento me preguntaba si estaba bien, fue asi como empezo a subir, a recorrer mi cuerpo sin miedo y con total soltura, cada movimiento era percibido, cada paso quedaba registrado, estaba en total trance, ido, lejos, entregado a Antonia. Fueron largos minutos placenteros, hasta que siento un tibio calor en mi espalda, algo suave era el causante de tan grato calor, era su boca, era su lengua, eran sus besos. Mi manos derecha que estaba en absoluto reposo se levanto hasta encontrar el cuerpo de antonia, buscando desesperadamente la entrepierna, que ya me imaginaba suave y esponjosa. El pastorcillo hace rato ya que estaba despierto, esperando su turno para ser atendido. Luego llegan a mis oidos las primeras palabras de Antonia, te quieres dar vuelta, y procedo. Ella se despoja de sus prendas intima y se entrega totalmente a este pastor del placer, cerramos nuestro encuentro con un tierno pero largo beso. Y aca otro punto de inflexión, cuando mis manos y boca toman autocontrol de la situacion, mi boca buscaba sus pechos pequeños y tungentes, mi mano derecha sobre su Venus producia caricias por todos sus pliegues, luego recorri su hermosas nalgas, su liso vientre, en verdad ella es de todo recorrer. Me siento en la camilla y abrazo a Antonia y la recorro de frente, le beso sus pechos, su cuello, me besa, nos besamos, luego ella se sienta en la camilla y comienza a hacerle cariños al pastorcillo, suave, largo, llenando a mi compañero de un tibio calorcito, asi estuvimos hasta que placer estalló y volvi al trance, lejos, ido.
Asi termina mi misión con Antonia, y continua mi búsqueda...