No hay sensación más grata que volver al lugar de donde, uno siente, que nunca debió salir.
Tal como el “perro arrepentido” o como el “Hijo prodigo”, y luego de un largo deambular por centros en los que viví momentos muy agradables, debo algunos reportes, y de haberme recostado sobre camillas que no fueron del todo placenteras, en un franco y decidido pensamiento decido volver a donde se cumple a cabalidad mi vieja sentencia de “sentirme el wn más lindo del mundo por un instante”.
Agendo apenas pude y luego de una larga travesía de compra de cleta nueva, me parapeto en la puerta y, a través de un timbrazo, anuncio mi llegada.
Desde el momento mismo de abrir la puerta, esta diosa, me hace sentir como si fuera yo el único weón del mundo. Su voz cálida, sonrisa luminosa y cuerpo arrollador me estrechan en un abrazo que ya puso en alerta todos mis sensores.
Posterior a la ducha, muy agradable, por cierto, y en posición de cúbito ventral comienza el masaje directo desde mis pantorrillas. Con la presión justa fue deshaciendo cada uno de los nudos de toda mi musculatura. Verla caminar grácil y sensual es justo lo que mis ojos quieren ver tendido a esa altura.
La conversación fluyó desde el mismo punto en que la dejamos en mi visita anterior, su acento tiene ese touch de sexualidad sonora que hace la diferencia, en gran medida.
Llega el momento glorioso de la vuelta, la vista es absolutamente gloriosa…
Estratégicamente se sienta sobré la camilla, a la altura de mi entrepierna para masajear mis muslos. Mis manos no consiguieron quedarse tranquilas y las caricias mutuas comenzaron a abundar.
Sus manos ya tenían control total de mi entrepierna.
Las mías hurgaban en la suya con delicadeza y suavidad. Se aleja, y me ofrece generosa, toda su alucinante desnudez.
De espaldas hacia mí, recorro toooooooda su espalda con besos cada vez más ardientes y húmedos, bajo (casi de rodillas) y me sumerjo en su cola devorándola lentamente, como cuando chico uno se comía muy lento el postre para evitar que se acabara.
Siento que le agrada, en verdad espero que así haya sido, y mis manos acarician todo lo que mi lengua no toca.
Me incita a que es su turno…y se arrodilla y el oral que me regala es una verdadera obra de arte, la conjunción se sus labios, su lengua, su mirada…todo lo vuelve inolvidable.
La siento sobre la camilla, y el jugueteo se volvió bestial, intenso, ardiente…Ella se sostenía como podía sobre la camilla mientras su entrepierna se volvía más húmeda, mientras mi boca y mi lengua bebían del pozo del elixir soñado.
Su respiración se agitaba, al borde del silencio absoluto, lo que me mostró que su placer era legítimo, real.
Me pongo de pie y nuestros sexos se unieron, prodigándose el uno al otro sin barreras…intensamente.
Las miradas lascivas fueron el complemento perfecto para el momento en que exploté de placer.
Nuestra piel sudorosa, nuestros pechos agitados, y la toalla de papel destrozada…fueron consecuencia y testigos de aquel soñado momento.
La ducha refrescante, volver a los ropajes y un beso intenso de despedida, fueron el prologo a sus palabras pidiéndome que no me demorara tanto en volver a verle.
Y la verdad, es que debí volver siempre a ella y no deambular por camillas que prometían y no cumplieron.
No tengo reparo en reconocer que Orianna, definitivamente, es mi absoluto vicio.
Ya canta muy bien Illapu “Vuelvo a casa, vuelvo compañera"