Datos Generales
Centro Masajes : Independiente
Ubicación : Metro Plaza de Armas
Costo : el publicado
Horario : 11 am
Fono : el publicado
Recepción : Cariñosa
Higiene : Buena.
Terapeuta o Masajista
Masajista : Anais
Contextura : Delgadita, pero con ricas curvas
Trato : 7+
Cara : 6.8
Besos : 6.5
Masaje : 6.5
Sensitivo : 7++
Hace un par de meses conocí a Anais en otro centro y me sorprendieron su belleza y su buen servicio. Finalmente pude coordinar una visita, así que acudí a la hora agendada al edificio (que ya se está haciendo habitual). Ella me recibió puntual, con una linda sonrisa y vistiendo ropa interior negra y una bata semi transparente. Anaís es preciosa y en esa ropa se veía encantadora. Es delgada, con un cuerpo finito. Pero aunque es flaquita tiene todo bien puesto: piernas bien torneadas, un trasero redondito y unos pechos paraditos. Vientre plano, lindo rostro, ojos negros brillantes, linda sonrisa, piel morena y pelo negro crespito que me encanta. En el box me entrega una toalla desechable y me lleva al baño. Una vez duchado vuelvo al box, donde ella me estaba esperando. Una vez tendido ella comienza un muy agradable masaje, mientras vamos conversando, poniéndonos al día con lo pasado desde la última vez que nos vimos y contándome sobre este nuevo emprendimiento con el que se independizó hace algunas semanas. Se veía tan rica que le ofrecí un masaje después del suyo, a lo cual aceptó. Yo pensé que con eso acortaría su masaje, pero me agradó ver que igual me realizó un masaje completo, dedicándole tiempo a cada una de mis extremidades. Cuando terminó, se quitó la lencería, quedando totalmente desnuda. Aplica un poco de crema en sus pechos y torso, se sube sobre mí y comienza a recorrer mi cuerpo con el suyo. Me encantó sentir cómo presionaba su niña contra mi coxis, subiendo y bajando, a la vez que rozaba mi espalda con sus pechos. Estuvo en eso algunos minutos, mientras besaba mi espalda y mi cuello. Cuando el ambiente estaba bastante más cálido, me dice que es su turno de ir a la camilla, así que le realizo un masaje partiendo desde su cuello, pasando por su espalda y caderas hasta llegar a sus piernas. De ahí vuelvo a subir, masajeando su lindo trasero hasta llegar a sus genitales, donde me quedo un rato. Ella se deja querer, reaccionando a mis caricias moviendo suavemente sus caderas. Cuando ya estaba bien húmeda, se gira para tomar un condón, poniéndolo con su boca. y haciéndome un muy buen oral mientras yo la seguía masturbando. Ya con ambos muy calientes, ella se sienta en la camilla, con lo que comenzamos a darnos unos ricos y tiernos besos. Yo la beso desde su boca al cuello, bajando a su vientre y de ahí hasta su clítoris, quedándome varios minutos haciéndole un oral. En cierto momento me retira entre estremecimientos, pero como que no quiere la cosa, vuelvo al ataque, partiendo suave para luego aumentar la intensidad. Ella me lo permite, hasta que llega al clímax, con lo que me vuelve a retirar, esta vez de manera definitiva. La abrazo, y le vuelvo a besar sus pechos, mientras la toco suavemente con mis manos. Entre estremecimientos, me abraza mientras se reía. Solo ver ese gesto de satisfacción y su cara sonriente mientras reía satisfecha habrían hecho valer la pena la visita. Es que ella es demasiado rica. Simplemente encantadora. De ahí pasamos al sofá (transformado en cama), conmigo debajo de ella. Y acá la cosa se puso seria. Ella se convirtió en una fiera, montándome con rapidez y constancia. A momentos nos abrazábamos y besábamos, para luego ella volver al ataque. Luego nos fuimos a lo perrito. Ella no se limitó a dejar que la montara, sino que se movía conmigo, envistiéndome desde abajo. Cuando dejaba de envestirme movía sus caderas con movimientos circulares que me dejaron loco. Bueno, todo lo anterior me dejó loco. Me hizo gozar hasta quedar ahíto, hasta que me tocó llegar al clímax, ella debajo mío. Ahí la abracé un rato más, hasta me dejó masturbarla un poco más mientras la abrazaba y besaba su cuerpo. Ella se deja querer. Habiendo terminado muy sudados, nos fuimos a la ducha, yo primero y luego ella cuando yo me vestía. Y ya para terminar, conversamos unos pocos minutos más, le pagué y nos despedimos. Volví al frío Santiago, relajado, un poco agotado y más feliz que la cresta.
En resumen , excelente atención de Anais. Ella ya me había atendido muy bien antes, pero ahora además la noté más cómoda, probablemente por estar en su propio espacio. El lugar es ordenado y limpio. La atención es muuy buena. Ella es simpática y agradable, y en la cama puede ser tanto complaciente como apasionada. ¿Volvería? Por supuesto.