Me había llamado la atención Daniela, principalmente porque más de un forero la había relacionado, por parecido o algo así, con Sabrina (Brisa) y como me considero el devoto N° 1 de esa preciosura, tenía que conocer a Daniela. La verdad es que de parecido hay bien poco, lo que no es bueno ni malo.
El lunes llamé preguntando por ella y me dijeron que el miércoles estaría hasta tarde, hora que me acomoda. El martes agendé en otro centro y por un enredo que no acabo de entender del todo, me cancelaron (avisado, eso sí), entonces, el mismo martes, llamé a Mimuzza y agendé con Daniela para el día siguiente a las 19:00
Al llegar, me recibió Ambar. Debo hacer mención que con Ambar Mimuzza se ha consolidado como centro de masajes.
De entrada, Daniela me cautivó con su sonrisa, encantadora. Una flaca que te das vuelta a mirarla en la calle. Una actitud cercana, que te hace sentir cómodo desde el principio.
Ducha, toalla desechable y a la camilla. El masaje, bien.
En medio del masaje, yo tiré las manos como pude, aunque me significara salir más contracturado que lo que llegué. En algún momento, me indicó que me pusiera de espaldas para seguir el masaje. Por ahí, se quitó las calzas y el espejo me dio la primera alerta… un culo hermoso, de todo mi gusto. De pasada para allá, una caricia, de regreso, otra. Mi organismo, reaccionó a la belleza de esos glúteos y el resto de geometrías sin aristas que observaban mis ojos y lo poco que alcanzaban a palpar mis manos.
De ahí en adelante, la cosa fue subiendo de temperatura, le ayudé a quitarse la bata de masajista y alguna otra prenda, sentado en el borde de la camilla, la atraje hacia mí para intentar besarla. ¿Intentar besarla? Se inició un besuqueo de los buenos, harta lengua, bien húmedo, con caricias repartidas de ida y regreso. Se quedó en colaless para iniciar el examen oral. Yo de espaldas en la camilla y ella en cuatro de frente a mí. En algún momento, le pedí que no se moviera, me bajé de la camilla y ataqué desde la retaguardia. “Eres muy fresco”, me dijo ¿consideras que eso es frescura? Le pregunté. La hice ponerse de espaldas y le avisé: esto que viene ahora sí que es frescura. Y empecé a probar sus dulzuras.
No daré más detalles, pero sí les puedo decir que pienso volver a visitar a Daniela apenas pueda. No sería raro que su nombre apareciera pronto en mi breve listado de favoritas.
Ahora es demasiado tarde, princesa
Búscate otro perro que te ladre, princesa.