Masajes Paradise Love, Valentina Mi mejor primera vez

Centro Masajes: Paradise Love
Ubicación: metro Salvador
Costo : 25 lukitas más adicionales
Horarios : sábado, aprox. 15 hrs.
Fono : el publicado
Recepción : amable, con agüita helada, como siempre
Higiene : impecable

Masajista : Valentina
Contextura : delgada pero curvilínea, 90-60-90
Trato : 7
Cara : un 7, me encantó, bella sonrisa
Besos: 7, de otra dimensión
Masaje : 6, suave y breve, pero no me quejo.
Sensitivo : 7

Volverías : Absolutamente, una y otra vez…

Estimados colegas, no se vayan a confundir con el título dado que es mi primer reporte. Llevo años en esto, pero es mi primera vez con Valentina.
Leyendo por años sus comentarios, observo que hay al menos dos tipos de camilleros: los que privilegian la variedad, por ello no repiten con las masajistas, sino que siempre buscan nuevas experiencias y los “regalones”, que cuando una musa les agrada o intuyen un futuro potencial, repiten las veces necesarias para mejorar la experiencia y convertirlas en sus regalonas. Yo me identifico absolutamente con este último grupo, por eso la primera vez con una musa es siempre especial porque puede ser el inicio de una larga historia de “regaloneos”
En esta ocasión decidí probar con una musa nueva -a pesar de mis otras regalonas-, ya que había leído de Valentina, pero no había alcanzado a conocerla…hasta ahora, en su regreso.
Sobre la recepción y el lugar, todo bien como siempre. Cuando llegó a buscarme, me encantó al tiro. Una chica chilena, de 1,61m, 50 Kg, delgada pero curvilínea, de lindas facciones y bella sonrisa, así que me fui feliz al box. No me duché porque iba brillante y oloroso, recién lavado.
Ya en la pieza hice una breve pausa para entregarle un trivial engañito dulce que le llevaba, la miré y le dije lo feliz que estaba y que llenaba todas mis expectativas: acto seguido estábamos abrazados y besándonos como pareja recién pololeando y así siguió un rato; la respiración y los movimientos se iban acelerando…Justo antes de cruzar el punto de no retorno me detuve para tomar aire y pedir igual un poco de masaje -por las tensiones acumuladas-. Fue el momento de acordar los servicios y los tips, antes que ya no estuviera en condiciones de razonar.
Ella empezó a sacarme la ropa lentamente y en un pestañazo ya estaba acostado de guatita en la camilla. Comenzó el masaje suave y relajante – a veces como caricias- mientras conversábamos y nos conocíamos un poco. El ambiente apenas alcanzó a enfriarse un poco cuando a los pocos minutos ya me pidió darme vuelta. En general me gusta el masaje más largo e intenso -tipo sueco-, pero esta vez, la tarde estaba para amarse con pasión. Ver su bello y armonioso cuerpo en ropa interior me animó rápidamente, pero lo que vino primero fue un mutuo ataque de besos y abrazos como para olvidarse de todo. Luego me senté en la camilla y rápidamente desapareció su ropa interior mientras seguíamos besándonos. Sus pechos, completamente orgánicos y de caída perfecta invitaban a acariciarlos y besarlos. De pronto y con perfecto sentido de complicidad la acosté tiernamente en la camilla, como a una princesa (en la versión xxx eso sí jeje…). Y mientras mis labios empezaban a recorrer sistemáticamente su cuerpo, nuestras manos se dedicaban respectivamente a cargar con energía sexual nuestros órganos.
Finalmente, mi boca llegó a su destino donde podía trabajar en equipo con mi mano. Así por un largo rato hasta que ella se levantó para buscar el látex, se arrodilló y me enfundó. Yo, algo preocupado de su comodidad, pero ella sin detenerse, con su mirada tierna y dulce me pedía despreocuparme. Y así llegamos a la etapa final, donde consumamos nuestro acto de pie y en la camilla, la noción del tiempo se perdió hasta que ya estaba entregado y finalmente rendido. Tras unos minutos para recuperarme, me limpió delicadamente y me preparó la ducha. Antes de irme, algunos besos y abrazos más y me retiré pensando que, de todas mis primeras veces, que no son pocas -algunas memorables-, esta había sido la mejor por la intensidad y lo increíblemente jugada que es Valentina. Tengo la intuición que la segunda, tercera y siguientes no me decepcionarán.
Me hubiera encantado guardar este secreto como una gema valiosa, pero esos tiempos ya pasaron para mí y ahora mi honor me obliga a la generosidad para compartirles este hallazgo para vuestra ventura.

¡Saludos!